Enero de 1979
El primero de los programas de Escobar se llamó "Civismo en Marcha", que al comenzar tenía una
agenda netamente ecológica que incluía
siembras masivas de árboles en todos los barrios y avenidas de
Medellín, la liberación de animales como
ardillas y conejos en sitios despoblados de las lomas de Envigado y el Poblado,
un consultorio médico y odontológico para personas de bajos recursos que se llamó
“Casa de las Negritudes” localizada en el barrio Zea cerca de la plaza
minorista y a tres cuadras de Jesús Nazareno y
la iluminación sistemática de canchas de fútbol y donación de
infraestructura en las comunas nororiental y noroccidental de Medellín que fue
algo ulterior, pero más duradero. Su
símbolo eran tres banderas: una verde con un pino, una café con un libro
abierto y una blanca con un corazón, encerradas en un círculo sobre el tejado
de una casa. A menudo se le confunde con
“Medellín Cívico” que era en realidad el periódico ecológico, donde además
escribía de cuando en cuando las llamadas "Cartas a los
medellinenses". El programa que al consolidarse se llamó “Los cincuenta domingos” funcionaba
así: El miércoles se hacía una cita con
los líderes del barrio, se escogían entre 100 y 200 familias que adoptarían un
árbol y se buscaban artistas locales (trovadores, cantantes, cómicos o poetas)
para un acto público; el siguiente
domingo llegaba al barrio escogido el grupo de “Civismo en Marcha” con sus
pendones y se hacía un programa de radio en vivo, vía telefónica en la emisora popular “La Voz de las
Américas” porque no había otro medio tecnológico: El acto comenzaba con los himnos de Colombia
y Antioquia, los actores presentaban sus
números y eran premiados los mejores, se entregaban los árboles a las familias
seleccionadas y no era raro que doña Hermilda,
la madre, leyera sobre un tema ecológico o declamara algunos versos. Cuando llegaba Escobar, que casi siempre asistía vigilando de cerca el programa,
los animadores lo anunciaban con un entusiasmo, desmedido, Escobar pasaba saludando aquí y allá, en veces cargando un niño, igual que cualquier político en
campaña; en la tarima participaba leyendo una columna sobre un tema ecológico o
con un encendido discurso veintijuliero, que era lo más frecuente. Luego además de la ecología, Escobar, por su gran afición al
fútbol, comenzó a iluminar las canchas
de comuna en comuna y en los barrios de Envigado, que en total alcanzaron hasta
las 120; para que las obras lucieran mejor comenzaron a inaugurarlas los
sábados en la noche; igual antes había un desfile de artistas locales y luego
un partido, donde Escobar invariablemente hacía el saque de honor y en algunas pocas
veces jugaba uno de los dos tiempos. La intención de Escobar parecía ser
altruista con los necesitados, pero como
con el tiempo la idea creció y terminó por convertirse en un partido político
de proyección local. Dicen diferentes
fuentes que Escobar fue aconsejado
por varios amigos de su oportunidad, si aprovechando su arraigo popular,
incursionaba en política. En ese momento
“Civismo en Marcha” no era un grupo político como tal y aunque quizás podrían
estar buscando un escaño para el concejo municipal en su área de influencia,
Medellín o Envigado, para las siguientes
elecciones de concejos y asambleas que serían en 1980, no quedaron registros de haberlo siquiera
intentado. Lo cierto es que a Escobar estas obras tan populistas le
dieron una base lo suficientemente sólida como para resistir sus épocas de
guerra contra el estado en que se convirtió en un prófugo buscado con todos los
medios disponibles que encontró albergues seguros en medio del pueblo
raso; para hacer estas campañas
ecológico-deportivas quería hacerse acompañar de un nombre respetable y no
encontró a nadie mejor que su tío Hernando
Gaviria Berrio, con el que además
podía usar el periódico “Medellín Cívico” para difundir las obras de su
movimiento político
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