En Bogotá, en una situación sin precedentes, fue asesinado
el cubano americano, Octavio Gonzalez, jefe de la oficina de la DEA en Bogotá. El asaltante fue un tal Thomas Charles Cole, un veterano del Vietnam, que supuestamente
llegó desde Nueva York a matarlo. Primero intentó venderle información sobre el
tráfico de drogas y luego se dedicó a tenderle una celada; logró colarse en un
ascensor privado a la vigilada oficina y luego se suicidó, aunque en la
autopsia tenía varias costillas rotas; los mecanismos de seguridad no habían
funcionado y parecía una celada de la CIA o la misma DEA contra alguien de
adentro, que tenía información valiosa sobre las actividades subrepticias de la
primera; o como un típico problema de drogas dentro de la delegación de Bogotá
al que nadie prestó atención, tampoco el embajador, lo que de por sí fue muy sospechoso