El Escobar negociante no se quedó quieto; inicialmente tuvo un taller
de reparación y alquiler de bicicletas en el barrio “La Paz” de Envigado, todo
legal; con el producto de sus trabajos en el taller se compró una moto Lambretta con la que comenzó el trabajo
de hacer vueltas de todo tipo, ganando
menos de lo que necesitaba, por lo que pronto terminó atracando
establecimientos comerciales a mano armada, sobre todo graneros y
salsamentarías de barrio; algunos dicen que incluso se convirtió en “asesino de la moto” u “hombres de la moto”, que llegaron a ser
tan frecuentes en esta época en Medellín.